Si bien la oratoria comprende el arte de hablar con elocuencia, para lograrlo, esta depende del conocimiento de normas y estrategias, necesarias para alcanzar una capacidad verbal más allá del promedio.
Es aquí donde interviene la retórica, la cual, está integrada por un conjunto
técnicas y métodos que permiten a una persona conducirse verbalmente de
forma efectiva con el propósito de persuadir al oyente y generar en él,
un punto de vista favorable a sus ideas.
Origen de la retórica
Puede
decirse que la retórica comenzó a gestarse con la aparición de los
sofistas, de los cuales, exponentes como Gorgias, Antífono, Trasímaco,
Protágoras, Hipias, no tuvieron la intención de dotar de objetividad sus
ideas, sino simplemente expresarlas.
Fue así como la
labor de los sofistas se centró en implantar en el hombre una formación
oratoria, a fin de otorgarle a este la preparación necesaria para
participar en los asuntos de la ciudad.
Sin
embargo, los principios de la retórica generaron conflicto dentro de la
comunidad de filósofos, quienes consideraban que esta debía
subordinarse a la filosofía, no al contrario.
En
este sentido, si bien Platón confiaba en la retórica como un recurso
útil para regir la ciudad, para él, la filosofía representaba una
ciencia que trascendía más allá de normas y técnicas para alcanzar el
«bien decir».
Para
Platón la filosofía permitía obtener un estado de sabiduría riguroso
donde la búsqueda de la verdad absoluta constituía la principal premisa,
cuya esencia no podía ser perturbada con manipulación retórica.
Otros
(como Aristóteles) consideraban a la retórica como un arte que
favorecía el desarrollo de la refutación y la confirmación.
Gracias
a sus esfuerzos por clasificar los elementos presentes en la retórica, a
Aristóteles se le otorgó el crédito de haber sido el primero en dotar
de estructura a este arte, dividiendo su discurso en exordio,
construcción, refutación y epílogo.
Con
la llegada de la Edad Media, a partir del siglo IX, la retórica fue
usada para clasificar el Trívium de las artes liberales, permaneciendo
así durante un largo período.
Sin
embargo, su contenido no estaba compuesto íntegramente de una
naturaleza literaria, ya que, podía ser aplicada a todas las ciencias,
siempre que estas fuesen tomadas en cuenta como elemento de opinión.
Cambios de la retórica
Luego
de haber tenido una posición privilegiada dentro de las artes
liberales, el papel de la retórica cambiaría a partir del siglo XII,
producto de la influencia ejercida por varios educadores y filósofos.
Posteriormente,
en obras como el Didascalion de Hugo de San Víctor la retórica se
presenta, en conjunto con la dialéctica, como uno de los elementos de la
lógica dissertiva.
Durante
el auge del período renacentista, el aspecto literario de la retórica
adquirió gran notoriedad, aunque sin prescindir de los elementos
filosóficos.
En
el siglo XVIII el filósofo escocés George Campbell recurrió al uso de
la retórica como instrumento para llevar a cabo la investigación
filosófica en diferentes temas, como el chiste, la risa, el humor, el
ridículo, entre otros.
Es
así como el trabajo de Campbell fue uno de los últimos donde se produjo
una relación directa entre la filosofía y la retórica, ya que, con el
paso del tiempo, estas pasarían a ser tomadas en cuenta como disciplinas
completamente diferentes en sus conceptos y nociones.
Elementos de la retórica presentes en el discurso
Al
momento de desarrollar un discurso retórico, sin importar que este sea
de carácter literario o pragmático, es necesario aplicar el mismo
procedimiento establecido desde los tiempos de Gorgias. Este
procedimiento consta de 5 fases: Inventio (Invención), Dispositio
(Ordenamiento), Elocutio (Ornato), Actio (Acción) y Mneme (Memoria), de
los cuales los 3 primeros son esenciales, mientras que el resto tienen
connotación pragmática.
Inventio
Este
hace referencia a las palabras que serán usadas para explicar los
argumentos inherentes al tema, estructurándolas de acuerdo a los
siguientes aspectos:
- Definición: Categoría y enfoques.
- División: Tema y derivados, todo y partes.
- Comparación: Diferencias y semejanzas, así como grado.
- Relaciones: Puntos de contrariedad y contradicciones, origen y consecuencias, causa y efecto.
- Circunstancias: Probabilidad e imposibilidades, hechos pasados y futuros.
- Testimonios: Hechos sobrenaturales, precedentes, leyes, documentos, rumores, máximas y proverbios, testigos, autoridades.
-
Motivaciones: En el género epidíctico, lo virtuoso o noble y lo vicioso
o bajo; en el género judicial, lo justo e injusto; en el deliberativo,
las ventajas y desventajas, así como lo bueno y lo malo.
Dispositio
En
esta etapa se hace referencia al orden en el cual son presentados los
episodios del discurso, así como la manera en la cual estos serán
articulados de acuerdo a su eficacia. Por lo general, dentro de la
dispositio el discurso se articula en 4 partes:
-
El exordio, donde se genera la captatio benevolentiae, es decir, el
interés o afecto del público tras ser presentada la introducción del
discurso.
- La narratio, en la cual se lleva a cabo la exposición de uno o más temas previstos.
- La confirmatio, usada para dotar de valoración a los argumentos.
- La peroratio que marca el final del discurso dirigiéndose al auditorio para el objetivo previsto.
Elocutio
Este
recurso es usado para adornar el lenguaje con el propósito de captar el
interés del auditorio, apelando a ejemplos que contribuyan a orientar
una determinada opinión a favor. Para lograr este resultado, es
necesario tener en cuenta el lenguaje empleado durante la exposición, ya
que, alcanzar una expresión apropiada requerirá del dominio de un
conjunto de recursos por parte del orador.
Actio
Este
recurso es usado para aplicar de forma adecuada diferentes entonaciones
sobre las palabras expresadas en el discurso, así como las expresiones
corporales a usar a lo largo de este y la apariencia que deberá
proyectarse para generar la impresión deseada en el auditorio.
Mneme
Este permite al orador establecer en un orden especifico, los distintos elementos presentes en su discurso.
Figuras retóricas
Estas
comprenden diversos modos de expresión que atribuyen al discurso un
aspecto singular, condicionado por el propósito del mismo. Se dividen en
dos categorías: las figuras de dicción o metaplasmos y las figuras de
construcción.
Figuras de dicción
Están
compuestas por elementos que hacen posible la alteración de la
composición estructural de los vocablos, tales como la excepción y la
adición o transposición de sus palabras.
Figuras de construcción
Estas
hacen referencia a los diferentes modos de disposición sintáctica que
permiten romper los convencionalismos presentes en las formas regulares
de las palabras usadas en el discurso.
Junto con estas, el tropos
constituye otra manera en la cual se puede llevar a cabo la alteración
de las palabras, atribuyéndoles a estas un sentido distinto al usado
naturalmente, pero sin prescindir por completo del significado
original.
Fuentes
- Oratoria
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